La madrugada de ayer Wilma González se mandó una performance que pocos olvidarán, ya que dejó aullando a los parroquianos que celebraron el aniversario de la discotecaEstación 21, en San Bernardo. Horas antes del show, la chica Playboy se encargó de prometer que la cosa sería hot, hot, y la verdad es que cumplió.
Se lanzó con un bailongo que incluyó manoseos de sus bailarines y un final que le abrió el apetito al respetable: se embetunó su menudo cuerpo con abundante crema chantilly.
Sus acompañantes al toque afilaron las mandíbulas y a punta de langüetazos engulleron el menjunje blanco como la nieve.
“¡Quedé como un pastelito listo para comer!”, dijo ella, mientras bajaba del escenario aún con restos de la cosa dulce.
- Wilma, tus bailarines casi te comieron entera, que chusto...
- Tenía tanta crema que ni sentí sus lenguas. No me di ni cuenta cuando se la comieron, jajajá.
- ¿Andrés te dio permiso para este canibalismo?
- Nooo. No vino ni ha visto lo de la crema, pero sabía que iba a ser muy sexy, con chicos y chicas. Y con lo único que ha dicho que no es con lo de Playboy (le ofrecieron sacarse fotos pilucha), con quienes al final yo no llegué a acuerdo económico. Actualmente, si tengo que hacer unas fotos desnudas, me las tienen que pagar muy bien. Pero con esto no creo que tenga problemas.
Además de los califas presentes, el más feliz con el resultado del espectáculo repostreril fue el coreógrafo de la cabra, de nombre Rubén Darío. “Usamos mitad crema comprada en el súper y mitad hecha por un cocinero para que quedara muy dulce y los bailarines disfrutaran al sacarla”, explicó el aplicado.
INFORME: La Cuarta
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