miércoles, 15 de agosto de 2012

Longton le declara la guerra a la calvicie con hipnosis e inyecciones


“¿Quedar pelado a los 30 años? Nooo. O sea, si voy a andar por la vida así, lo mínimo es que sea un pelado digno y me rapo al cero. ¡Estoy chato de que se me caiga el pelo!”. El de la frase es Andrés Longton, hombre envidiado por sus pares desde que tiene entre sus brazos a la escultural Wilma González y que quiere verse perfecto para ella, pero también terminar con su incipiente calvicie, complejo que lo acompaña desde los 15.
El abogado y finalista del extinto reality “Mundos opuestos” se aburrió de tónicos, champús y otras técnicas que no le funcionaron y ahora decidió ir un paso más allá: someterse a sesiones de hipnosis para llegar a la raíz de su problema capilar y comenzar a inyectarse las plaquetas de su sangre en el cuero cabelludo (ver recuadro).
“Wilma me conoció así, pero es por una cosa de dignidad y no tiene atado con que me haga este tipo de cosas”, dice sobre su último intento por revertir la fuga de pelos de su cabeza.

-¿No será mucho, Andrés?
-Es que es por varias cosas. Con la hipnosis queremos saber si mi pérdida de pelo es por estrés, por lo ansioso que soy. O sea, en el reality me levantaba todos los días a las 2 o 3 de la mañana a comer chocolate de puros nervios y lo sigo haciendo. Es un tratamiento integral que me estoy haciendo en la clínica Visual Face y que me ayudaría a detener la calvicie, pero también a que salga más pelo.
-Suena demasiado bueno para ser cierto.
-Mira, he intentado de todo. Hasta esas cuestiones que vendían en la televisión por cable del “llame ya”, el Ervamatin. Me hice masajes con ampollas Vichy, porque a mi vieja le daba y me compraba todas esas cosas. Tomé vitaminas, fui también donde la Patricia Cerda (dermatóloga), la que le hizo el tratamiento a Viñuela, y me sirvió un poco más. Ahora pareciera que estoy perdiendo la guerra. Pero voy a dar esta última pelea dignamente, con honor y cuando no se pueda más, voy a sacar la banderita blanca y me retiro.

La obstinación de Longton con el tema partió en el último año de sus estudios universitarios, cuando se llenó de pelones. “Se me empezó a caer más el pelo cuando me estaba preparando para el examen de grado. Me llené de pelones como si tuviera tiña. Andaba con gorro todo el día. No quería ni cortarme el pelo, porque no sabía si iba a volver a salir”, recuerda.

-En el reality te pelaste.
-Sí. Fue un riesgo, porque no lo había hecho antes y no sabía cómo me iba a quedar. Pero di el paso y bien. No tengo una cabeza deforme, ni rara. Es más cómodo, pero se ve que tengo menos pelo adelante y los costados. No voy a ser como esos pelados que se dejan la parte del lado más larga y que es horrible.
-¿El estilo Luis Gnecco no va contigo?
-¡Nooo, horrible! Es que ese es un pelao’ no asumido. Si no tengo solución, me rapo nomás. En las entradas ya sé que no va a salir más, pero a los costados, en donde el folículo aún está activo, todavía se puede hacer algo. Este es el último contraataque.



INFORME: LUN 

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