En Twitter y televisión asistimos por estas horas a la madre de todas las peleas faranduleras infantiles. Las protagonistas: la periodista Carolina Eltit, representante de Thiago Cunha, y la bailarina Yamna Lobos, actual pareja del brasileño. La ex “Rojo”, y hoy decorativa panelista de “Secretos a voces”, en un impresionante alarde de precariedad argumentativa, ha tratado de “narigona” a su contraparte. La aludida, lejos de aprovechar la inmejorable oportunidad que le dio su contendora de aportar altura de miras a la discusión, replicó con un golpe aún más bajo: recordó que Yamna tuvo Hepatitis B, llamándola a “que no se haga la cartucha” (una de las vías de contagio de esa enfermedad es la sexual).
Ayer, en “Intrusos en la televisión”, Eltit agregó más antecedentes a este papelón a dos carteras, al asegurar que Lobos aún no le perdona que cuando llegó Thiago a una clínica de Santiago (tras haber sufrido quemaduras durante un show en Copiapó) la representante del famosillo la dejara encerrada en la ambulancia, lo que le significó no aparecer en ninguna foto ni toma de la llegada al centro asistencial. Con razón Julia Vial, la conductora de “Intrusos”, le dijo a Eltit que ella y Yamna parecían “dos chavitas despechadas”, parafraseando al mexicano Cristián Castro, que hace unos años tildó con ese mote a Carola Julio y Titi Ahubert, que andaban (o aparentaban andar) loquitas por el cantante.
He visto y escuchado riñas feroces entre famosillas, desde la que tuvo lugar en la última temporada de “Fiebre de baile” entre Anita Alvarado y Pamela Díaz (se dieron de lo lindo y volaron en esa refriega epítetos nada finos) hasta la que protagonizaron por teléfono Juliette Junot y Daniela Aránguiz (quien a punta de chilenismos de grueso calibre demostró tener “la pura cara de cuica”). No obstante, me quedo con el round Eltit-Lobos. A veces nada es más grotesco que dos guailonas comportándose como niñas.
INFORME: LUN
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